2 de febrero de 2009

OPUS 1


Alicia despertó de su maravillosa travesía porque unos labios, cubiertos por un fino bigote, rozaron tenuemente los suyos:
- ¡El conejo! -gritó alarmada.
El aludido miró a uno y otro lado del prado, como no vio a nadie en las inmediaciones, susurró con picardía:
- Si quieres conocer el verdadero país de las maravillas, te invito a mi apartamento, preciosa… ¿Vienes…?

Armando José Sequera

1 comentario:

el guardián dijo...

Una sonrisa siempre viene bien...
Nunca perdáis el sentido del humor.