Alicia despertó de su maravillosa travesía porque unos labios, cubiertos por un fino bigote, rozaron tenuemente los suyos:
- ¡El conejo! -gritó alarmada.
El aludido miró a uno y otro lado del prado, como no vio a nadie en las inmediaciones, susurró con picardía:
- Si quieres conocer el verdadero país de las maravillas, te invito a mi apartamento, preciosa… ¿Vienes…?
Armando José Sequera
1 comentario:
Una sonrisa siempre viene bien...
Nunca perdáis el sentido del humor.
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