9 de mayo de 2009

Lunes, 7 de mayo. Hoy he soñado con el mar, por un momento creí estar allí. Todo era maravilloso en mi sueño, yo corría por la playa junto a Zeus, mi perro, un pastor alemán. Pero pronto todo aquello se ha desvanecido y, al abrir los ojos, he visto aquella habitación, de paredes blancas y cortinas azules, que cubren un ventanal. Aquel ventanal ni siquiera te permite ver algo hermoso, sólo te permite ver aquel triste y gris aparcamiento. Otra vez aquella habitación, la misma imagen cada mañana repetida durante siete años.
Siento cómo se abre la puerta de la habitación, oigo la dulce voz de mi madre. No la contesto, las palabras se ahogan en mi garganta.
Daría cualquiera cosa, solamente por poder mirarla a los ojos, pero mi cuerpo no me lo permite. Siento el calor de su mano, un calor que por un momento me hace sentir viva. Quiero abrazarla, besarla y decirle que la quiero, pero mi cuerpo no me responde, sólo puedo sentir que estoy atrapada, obligada a respirar aquel aire de tristeza, una tristeza acompañada de un silencio sepulcral que, a veces, se rompe con los alaridos de un llanto.
Me fijo en el reloj que cuelga de la pared, un reloj rojo, redondo y en cuyo interior danzan las agujas que nos recuerdan que el tiempo pasa, pero aquellas agujas hace siete años que no danzan, entre segundo y segundo hay un abismo, un abismo interminable y agotador, un abismo que siempre retorna en un mismo ciclo.
Sé que estoy atrapada, soy un cuerpo sin vida que aguarda a la muerte, una muerte tardía que no puede atravesar las barreras de la ciencia, no puede atravesar un corazón de aluminio, un corazón que no siente nada, porque ni siguiera pertenece a mi cuerpo. Sin poder hacer nada mas que esperar, aguardo, pido ayuda a algún ser sobrenatural para que aquella cadena que me atrapa aquí sea desconectada, pero nadie oye mis lamentos. Sé que este tampoco es el día y que mañana volveré a sentirme atrapada e impotente. Sé que estoy muerta, pero no puedo escapar de mi cuerpo. Tan sólo me queda soñar en silencio, soñar que quizás algún día me escape y pueda viajar a algún lugar, al lugar donde reside mi alegría y mi espíritu, allí donde me esperan, en algún lugar, sobre el arco iris.

Sara Tomé

2 comentarios:

Ana Torrijos dijo...

Sara tu siempre escribiendo tan bien, jeje. Me encantan siempre tus relatos!!

el guardián dijo...

Maravillosa Sara, tú siempre escribiendo tan bien... como dice Ana. Tienes mucho estilo y muy buenas ideas, justo los ingredientes necesarios para crear buenas historias. Y ésta es una de ellas. Interesante, emotiva, dura, bien narrada... y siempre siempre muy tuyas, con un toque muy personal (eso es lo difícil). Me gusta mucho todo lo que escribes. Quiero más, Sara, por favor.