
Esto es lo que se trasluce, imagino, de mis literaturas y lo que quizás indujo a Torrente Ballester a afirmar que para mí “el pecado estaba en la ciudad y la virtud en el campo”. En rigor, antes que menosprecio de corte y alabanza de aldea, en mis libros hay un rechazo de un progreso que envenena la corte e incita a abandonar la aldea. Desde mi atalaya castellana, o sea, desde mi personal experiencia, es esta problemática la que he tratado de reflejar en mis libros. Hemos matado la cultura campesina pero no la hemos sustituido por nada, al menos, por nada noble.
Y la destrucción de la Naturaleza no es solamente física, sino una destrucción de su significado para el hombre, una verdadera amputación espiritual y vital de éste. Al hombre, ciertamente, se le arrebata la pureza del aire y del agua, pero también se le amputa el lenguaje, y el paisaje en que transcurre su vida, lleno de referencias personales y de su comunidad, es convertido en un paisaje impersonalizado e insignificante. (…)
A mi juicio, el primer paso para cambiar la actual tendencia del desarrollo y, en consecuencia, de preservar la integridad del Hombre y de la Naturaleza, radica en ensanchar la conciencia moral universal. Esta conciencia moral universal fue, por encima del dinero y de los intereses políticos, la que detuvo la intervención americana en el Vietnam y la que viene exigiendo juego limpio en no pocos lugares de la Tierra. Esta conciencia, que encarno preferentemente en un amplio sector de la juventud que ha heredado un mundo sucio en no pocos aspectos, justifica mi esperanza.
Muchos jóvenes del Este y del Oeste reclaman hoy un mundo más puro, seguramente, como dice Burnet, por ser ellos la primera generación con DDT en la sangre y estroncio 90 en sus huesos.
Porque si la aventura del progreso, tal como hasta el día la hemos entendido, ha de traducirse inexorablemente en un aumento de la violencia y la incomunicación; de la autocracia y la desconfianza; de la injusticia y la prostitución de la Naturaleza; del sentimiento competitivo y del refinamiento de la tortura; de la explotación del hombre por el hombre y la exaltación del dinero, en ese caso, yo, gritaría ahora mismo, con el protagonista de una conocida canción americana: “¡Que paren la Tierra, quiero apearme!”
Miguel Delibes
Un mundo que agoniza.
Hoy, 5 de junio, es el Día Mundial del Medio Ambiente.
Reflexiona ahora mismo, ya, y actúa.
Quizás mañana... sea demasiado tarde.
2 comentarios:
La aventura del progreso consiste en errar y reconocer los fallos formulando respuestas contra los mismos!! El mundo cambia, y con el nosotros.
Todos los cambios son lentos y cada vez hay mas tecnologia, mas avances y mas gente inteligente que se preocupa por que el mundo no se vala a pique, por ellos y sobre todo por sus ganas de tener y mantener una familia que en sus generaciones mas cercanas y ,ya mas lejos, mas lejanas puedan ser felices mirando al azul cielo, la verde hierba, bañarse en la mar,etc.
Yo creo en el progreso, porque se que este al igual que le ha solucionado la vida a mucha gente, solucionara la vida de todo el planeta!!
La verdad esq que a veces pensamos .. jo0 que pena estamos contaminando el mundo y nadie hace nada .... pero nosotros no ponemos ningun remedio y el lo que tendriamos que hacer..
Publicar un comentario