17 de marzo de 2009

JUAN RAMÓN JIMÉNEZ

Vino, primero, pura,
vestida de inocencia.
Y la amé como un niño.

Luego se fue vistiendo
de no sé qué ropajes.
Y la fui odiando. sin saberlo.

Llegó a ser una reina,
fastuosa de tesoros…
¡Qué iracundia de yel y sin sentido!

…Mas se fue desnudando.
Y yo le sonreía.

Se quedó con la túnica
de su inocencia antigua.
Creí de nuevo en ella.

Y se quitó la túnica,
y apareció desnuda toda…
¡Oh pasión de mi vida, poesía
desnuda, mía para siempre!

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Platero juega con Diana, la belleza perra blanca que se parece a la luna creciente, con la vieja cabra gris, con los niños...
Salta Diana, ájil* y elegante, delante del burro, sonando su leve campanilla, y hace como que le muerde los hocicos. Y Platero, poniendo las orejas en punta, cual dos cuernos de pita, la embiste blandamente y la hace rodar sobre la hierba en flor.
La cabra va al lado de Platero, rozándose a sus patas, tirando con los dientes de la punta de las espaldañas de la carga. Con una clavellina o con una margarita en la boca se pone frente a él, le topa en el testuz, y brinca luego, y bala alegremente, mimosa igual que una mujer...
Entre los niños, Platero es un juguete. ¡Con qué paciencia sufre sus locuras! ¡Cómo va despacito, deteniéndose, haciéndose el tonto, para que ellos no se caigan! ¡Cómo los asusta, iniciando, de pronto, un trote falso!
¡Claras tardes del otoño moguereño! Cuando el aire puro de octubre afila los límpidos sonidos, sube del valle un alborozo idílico de balidos, de rebuznos, de risas de niños, de ladreos y de campanillas...

Platero y yo
Juan Ramón Jiménez

1 comentario:

el guardián dijo...

La poesía de Juan Ramón Jíménez transcurre por caminos tan personales que, aunque se pueden advertir en su obra rasgos modernistas, novecentistas e incluso vanguardistas, no se le puede encuadrar en ningún grupo literario contemporáneo. Buscará incansablemente la expresión desnuda, hacia una poesía "pura" que sea capaz de dar forma a sus inquietudes y experiencias íntimas, en un afán de depuración y sencillez.
Fue capaz de crear recursos lingüísticos o estilísticos inexplorados hasta entonces, abriendo así nuevos caminos a los jóvenes poetas del 27.

"Platero y yo" podría definirse como un poema en prosa. Este tipo de escritos literarios fueron frecuentes a partir del Modernismo y han sido calificados con el nombre de "prosa poética". Los juegos del burro Platero están descritos con gran sensibilidad. La ingenuidad de los niños, la ternura de Platero, la coquetería mimosa de la cabra vieja... son presentados con un lenguaje sencillo pero lleno de lirismo.