22 de mayo de 2009

De tempestades y tormentas.

Noche de tormenta en Madrid. El cielo agitado parece mostrar su ira con rayos, relámpagos y truenos. Se dice que las culturas primitivas tenían por cierto que cuando el cielo se tornaba oscuro y comenzaba a desencadenarse la tormenta, eran los dioses los que mostraban su furia contra los actos erróneos y pecaminosos de los hombres. En ocasiones todavía podríamos llegar a pensar así. La rotunda fuerza de la madre Naturaleza tiene tal poder que en determinados momentos parece que se enfureciera con nosotros. Razones no le faltan. Pensemos un poquito lo que estamos haciendo con nuestro planeta, con nuestra propia casa, y saldremos de dudas. En realidad, se enfada en muy contadas ocasiones. ¿Es ira o es dolor lo que manifiesta el cielo esta noche? Tal vez ambas cosas. Ira por todo lo que vertemos al mar como si fuera una escombrera universal, por las exageradas cantidades de gases tóxicos que lanzamos al cielo, como si éste fuera un extractor inconmensurable. Tiemblo sólo al pensar en lo que hemos talado, arrasado y desolado del mayor pulmón del planeta: el Amazonas.
¿No es lícito que el cielo muestre su dolor ante tanta destrucción injustificada? Llora el cielo de Madrid tiernamente unas veces, como el dolor de una madre que comprueba que está perdiendo a un hijo. Otras, sin embargo, muestra su rabia y enojo, su desnudo encono y lo hace rugiendo, iluminando el cielo, mandándonos su mensaje de congoja e impotencia. Y luego llora. Y sus lágrimas son gotas que refrescan la tierra árida y dan aliento a las flores marchitas.
Después, todo queda en calma. Una deliciosa calma que recuerda los tiempos en los que conocíamos el silencio y la paz. Y es entonces cuando, por un instante, recordamos quiénes somos y de dónde venimos. Lo negativo es que pocas veces traemos a la memoria hacia dónde nos dirigimos. Así somos: ¿humanos? ¿racionales?
Las tormentas son como la vida: necesarias para que logremos reflexionar de vez en vez, sentarnos a charlar serenamente con el alma nuestra y buscar ese equilibrio que creemos dominar en nuestro quehacer diario y que en realidad pocas veces poseemos... Para que haya días soleados y tiernos como los de la primavera y los sepamos apreciar en su justa medida, también son necesarias las tormentas, con su espectáculo aterrador, para que nunca olvidemos de dónde venimos y hacia dónde queremos ir. Sigue rugiendo el cielo, y las gotas caen con violencia sobre las calles, sobre el caliente asfalto, sobre los asombrados y oscilantes árboles... Hasta que todo se detiene.
De la misma manera dicen que los dioses, después del enfado, perdonaban a los hombres y les continuaban dando una nueva oportunidad para mejorar y crecer. Y para demostrarlo, crearon una bella sonrisa invertida, donde se mostraran todos los colores, al que denominaron arco iris. También cuentan que los dioses olvidadaban sus enfados cuando escuchaban piezas musicales mágicas y sedosas, de esas que acarician el oído con su tierna melodía de suave sabor amargo y nostálgico. Creo que el día que el veneciano Tomaso Albinoni terminó de componer su Adagio in G minor, después de una virulenta tormenta que cesó de forma instantánea, los dioses le concedieron el perdón para siempre. Y no les faltaba razón.


4 comentarios:

Carolina dijo...

No pensaba que me fuera a gustar, la verdad, pero me ha puesto la piel de gallina. El texto me ha gustado mucho y la música ¡qué decir!... todavía no sé muy bien como describir la sensación, supongo que será porque me ha gustado, digo yo...

Lorena dijo...

A mi también me ha gustado mucho las dos cosas, el video tiene unas imágenes preciosaa y la historia es muy bonita

ThoMas dijo...

No sé, si hay algún Dios ahí arriba, este al final se cabreara tanto que va a acabar con las tormentas, y esto implicaria el fin de las tempestades, a la vez que personas como tú, profe, o como Albinoni no encuentren esa inspiración que es tan necesaria para crear verdaderas maravillas y comprender nuestro alma con el cual es tan difícil concretar cita!!
Mucho que pensar da tu narración, pero no nos olvidemos que todo el mundo debe estar deacuerdo para acabar de una vez y por todas con esas atrocidades, para que algún Dios nos perdone para siempre!!

Miriam dijo...

Anibal.. mis felicitaciones es super chulo y la verda esque yega y te hace pensar en como tratamos las cosas que tenemos y lo poco que las cuidaos , no se si hay algo hay com en la historia que descarge su enfado con tormetan , lluvia etc.. pero por fis no tormentas que em dan miedo jo0o0..
Y Anibal no te enfades ya se que te sacamos pocos , pero site das cuenta caemos todos duramos pero apenas unos minuos mas ... jajajajaj