9 de mayo de 2009

ESPAÑA, 1940.

Entonces el preso político 1024 decidió sacar su estilográfica y escribir la siguiente carta dirigida a su madre moribunda:

Querida madre, le escribo esta carta ya que he sido informado de su grave estado de salud. Siento no poder estar a su lado en estos últimos momentos, y espero que doña Asunción la cuide bien.
Ahora me acuerdo de las palabras que dijo la abuela poco antes de morir, aquello de que en una guerra no hay vencedores, solo vencidos. De todas maneras quiero que sepa que no me arrepiento de haber luchado por unos ideales justos y nobles.
Aunque resulte algo egoísta por mi parte, sepa que aquí no me tratan mal. Hoy me han traído un trozo de pan para almorzar y un poco de agua, dicen que dentro de unas semanas podremos salir al patio, que todavía está en construcción.
Cuando me comunicaron su estado, me acordé de todos los momentos que pasamos, tanto los buenos como los malos. Recuerdo la muerte de padre y los paseos por Madrid. Recuerdo cuando íbamos al pantano, pero sobre todo recuerdo la primera vez que fue usted a votar, se le saltaron las lágrimas y, aunque no le dije nada, madre, la abracé muy fuerte y me sentí orgulloso.
Me gustaría escribir todo lo que siento en estos momentos, pero no tengo a mi disposición más papel.
Sólo quiero que me perdone por no estar con usted y que me siento afortunado de tenerla como madre.
Dígale a doña…

- Preso, ¿qué haces? Las normas dicen que aquí no se puede escribir. Salga ahora mismo de la celda -gritó el guardia.
Y fue a por las llaves para abrir rápidamente la celda. Luego llevó al preso al patio, le apuntó con el rifle y le dijo:
- Contra la pared, rojo de mierda.
El preso 1024 no hizo caso a la orden y gritó:
- ¡Libertad, igualdad, fraternidad!
Justo cuando el preso dijo la última palabra, el guardia realizó un disparo dirigido a la cabeza. La bala atravesó la cabeza del preso matándolo en el acto. Los pájaros volaron atemorizados para posarse en otro lugar más tranquilo.
En el mismo instante en el que su hijo perdía la vida, su madre preguntó a doña Asunción:
- ¿Dónde está la libertad de mi hijo?
- En algún lugar, sobre el arco iris –respondió doña Asunción.

Tomasz Dabrowski

3 comentarios:

Ana Torrijos dijo...

Que relato, me gusta mucho Tomas! No sabía que escribías tan bien, jajaj.

el guardián dijo...

Estupendo siempre, Tomás. Qué interesante e intensa tu historia. Muy cuidado y acertado el tratamiento de usted que entonces se daba a los padres para ambientarlo en la época de posguerra, preciosa carta... Y el final impuesto del arco iris concluye tu relato de un modo maravilloso.

ThoMas dijo...

Si, Si Tome!!tu siempre le sabes dar a tus relatos esa cosa interesante!!y lo de que en una guerra no hay vencedores sino vencidos!!que razon tenia la abuela!!
Sigue asi amigo mio, y recuerda lo que te digo¡ERES GRANDE! Haber si no lo desaprovechas!!