Marta era una chica alta, delgada, muy guapa y bastante simpática. Ella era feliz, tenía una familia que la quería, dinero, una casa enorme y un novio muy guapo.
Pero un día conoció a un chico llamado Alejandro. Él la enseñó a valorar las cosas más insignificantes, a no juzgar a las personas por su apariencia, a soñar, a creer en sí misma y sobre todo a enamorarse de una persona fijándose en su interior y no en su apariencia. Ella acabó perdidamente enamorada de él y Alejandro le pidió que dejara a su novio y a su familia y que se fuera con él a un pequeño pueblo en la montaña. Ella sintió miedo y rechazó su propuesta.
Pasaron unos años y se casó, tuvo toda clase de lujos y nunca le faltó de nada, pero ella echaba de menos lo más importante: la felicidad, ya que ella no estaba enamorada de su marido.
Ahora Marta tiene 72 años y el otro día, al contarme esta historia, me confesó que ha estado arrepintiéndose toda la vida de no haberse ido con Alejandro. Pero ahora ya es demasiado tarde y está muy enferma. Y por último me dijo que me arriesgara y cumpliera mis sueños, ya que los suyos quedaron en algún lugar, sobre el arco iris.
Esther Muñoz
Pero un día conoció a un chico llamado Alejandro. Él la enseñó a valorar las cosas más insignificantes, a no juzgar a las personas por su apariencia, a soñar, a creer en sí misma y sobre todo a enamorarse de una persona fijándose en su interior y no en su apariencia. Ella acabó perdidamente enamorada de él y Alejandro le pidió que dejara a su novio y a su familia y que se fuera con él a un pequeño pueblo en la montaña. Ella sintió miedo y rechazó su propuesta.
Pasaron unos años y se casó, tuvo toda clase de lujos y nunca le faltó de nada, pero ella echaba de menos lo más importante: la felicidad, ya que ella no estaba enamorada de su marido.
Ahora Marta tiene 72 años y el otro día, al contarme esta historia, me confesó que ha estado arrepintiéndose toda la vida de no haberse ido con Alejandro. Pero ahora ya es demasiado tarde y está muy enferma. Y por último me dijo que me arriesgara y cumpliera mis sueños, ya que los suyos quedaron en algún lugar, sobre el arco iris.
Esther Muñoz
4 comentarios:
Me ha impresionado mucho esta historia. Que pena... Y es verdad que deberíamos darnos cuenta antes de como valorar a las personas y no cuando ya es demasiado tarde. Más vale un buen corazón que el físico de una persona ya que éste no dura para siempre
En "El principito" se dice algo así: "sólo se ve bien con el corazón, lo esencial es invisible para los ojos". Supongo que hay cosas que sólo el corazón es capaz de ver...
Bonita y triste historia, Esther. Esperamos publicar más cositas tuyas.
Pues sii esther, xk esta historia ha estado muy bien :)
Fantastica!! simplemente fantastica, como tu Esther.
El ser humano es tonto e ignorante, y siempre va a por lo que ven sus ojos, pero al final simpre se da cuenta, tarde o temprano, de que se ha dejado el corazon por el camino!! incluso sabieno pero a la vez ignorando que lo ha perdido!!
bsbsbsbsbs
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