17 de octubre de 2009

PRIMER CONCURSO LUNAR DE RELATOS

Desde Cuarto Creciente os convocamos a este nuestro primer concurso lunar de relatos.
Envía tu relato a nuestro correo de siempre y muchas gracias por participar.

Tu historia comienza así:

Cuando me miré en el espejo, no me reconocí.


Y ESTOS SON LOS RELATOS QUE CONCURSAN:


Cuando me miré en el espejo, no me reconocí. Siempre juntos. Así estuvimos y nacimos para eso, desde que estábamos en el vientre de nuestra madre, pegados, y así queríamos estar siempre. Pero no fue como lo deseábamos, los médicos nos decidieron separar. Nos despertamos y ahí estábamos, uno enfrente del otro, como nunca nos habíamos visto. Yo me intenté levantar hacia él, pero mi pierna, la que antes estaba pegada a él, no reaccionaba, le necesitaba. Con el paso del tiempo esto no cambió, no nos hacíamos a estar separados; era imposible, yo quería estar con él y él estar conmigo. Investigar: esa era la idea que tuvimos. Empezamos a hacer muñecos y a practicar con ellos cómo volver a estar juntos... ¡¡Una máquina de coser!! Claro, nos coseríamos y volveríamos a estar como nos crearon, pero una máquina pequeña no nos cosería, así que construimos una grande. A mí no me convencía mucho la idea, pero a mi hermano sí, así que todo por él...
Una noche me levanté y le vi frente a la máquina triste. Le puse mi mano sobre su frío hombro, una complicidad de miradas entre nosotros dijo que era el momento de unirnos otra vez. Mi hermano no tardó nada en colocarse debajo de la gran máquina pero, sin querer, me apoyé en la palanca que accionaba la gran aguja dejando a mi hermano mutilado y con diversos agujeros sobre su cara y cuerpo. Con esto me quedé muy dolido e impactado, no me lo perdonaba. Mi hermano estaba muy dañado, quería morir pegado a mí y no le quedaba mucho tiempo, así que decidí hacer lo único que me quedaba: cogí aguja e hilo.

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Cuando me miré en el espejo, no me reconocí. No podía creer que ese ser que veía reflejado, quizá una ilusión perceptiva, fuera yo. Nunca quise ser ese estilo de persona, arrogante, superficial y materialista, pero era lo único que podía ver en esa imagen frente a mí. Yo, era yo y no lo quería creer. Caminé hacia la cocina y, mientras lo hacía, tragaba saliva. Me esperaba un día bastante agitado, pero no podía aguantar la sensación de estar donde no debía, de ser como no quería. Era asfixiante. Llegué a casa, después de todo, y la sensación continuaba allí, era un dolor punzante bajo el corazón y necesitaba llorar. Por supuesto, no tenía ningún buen amigo al que acudir. A mi alrededor, todo era hipocresía e ignorancia en lo que respectaba a ética o moral. Necesitaba salir de allí, respirar. Salí a caminar y llovía, llovía a cántaros. Mis lágrimas pasaban desapercibidas con la lluvia y, evidentemente, ninguna de esas cientos de personas con las que me crucé se paró a preguntarse qué me pasaba. Llegué a un lugar desolado y alejado de la civilización y me senté. Desde allí todo lo que podía oír era el leve sonido del tráfico y la ciudad. Cerré los ojos y desperté. Fue como renacer y comenzar a vivir de nuevo. Ya apenas recuerdo quién era o qué era. Ahora sólo soy yo.

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Cuando me miré en el espejo, no me reconocí. Mis ojos reflejaban felicidad, mi sonrisa era evidente y fugaz, como si estuviese tatuada... pero quizás esta historia haya que empezarla por el principio.
Me llamo David y, por lo general, soy un bicho raro, odio a la gente y la gente me odia a mí, al menos en eso coincidimos la gente y yo.
El caso es que volviendo del colegio, como de costumbre, alguien intentaba matarme; así que hice lo que hago de costumbre: correr. Llegué a casa de milagro y, también como de costumbre, mi padre estaba borracho. Primero me confundió con una tal Lizzy, así que actuó de una manera un tanto embarazosa. Luego, cuando se enteró de que era yo, se enfadó y recibí lo que hoy no me habían dado en el colegio.
Salí cabreado de mi casa y lo rompí todo. Después de desahogarme, corrí. Huí de aquel sitio de mala muerte y decidí empezar una nueva vida.
El caso es que no sé muy bien cómo, pero de nuevo alguien quería matarme, aunque esto no era como en mi antiguo barrio, aquí sí me matarían. El miedo fue tal, que creo que mojé los pantalones... Pero volviendo a mi historia, la única escena que recuerdo es: yo tirado en el suelo, suplicando por mi vida, y sin poder mirar a mi agresor, y de repente una especie de saco huesudo saltando sobre mi agresor. ¡Era un perro!
Creo que ese fue el motivo de que al mirarme al espejo no me reconociera. Nunca había tenido amigos y, por primera vez, no me sentía solo. Cómo conseguí rehacer mi vida y tener un piso, quizás no forme parte de este relato... pero el caso es que hoy vivimos Pulgoso y yo en un piso, no he vuelto a saber nada más de mi padre ni de mi antiguo barrio y tengo hasta trabajo... El caso es que hoy soy feliz.

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Cuando me miré en el espejo, no me reconocí. Superficialmente era el mismo, pero yo no me veía de esa manera, únicamente mis pensamientos hacían que no me reconociera. Aparté la mirada del retrovisor y subí más el volumen de la radio. Me dejé llevar por una canción que decía algo de un velero llamado Libertad. Con el volante fuertemente agarrado, observaba cómo las líneas discontinuas y continuas de la carretera me guiaban a algún lugar. ¿Qué lugar? Eso para mí no tenía ninguna importancia. Miré el asiento de pasajero e imaginé que ella estaba ahí, sonriendo y clavando su elegante mirada en mí y a punto de decirme algo, pero cuando el fuerte sonido del claxon del coche de atrás me devolvió a la realidad, en el asiento tan solo quedaba la soledad, una soledad que ansiaba más que nada, una soledad que me había acompañado muchas veces; pero esta vez no habría nada ni nadie que me interrumpiera la compañía de la sensación de la cual más se aprende, y con la cual más se sufre. Además, esta soledad era diferente, esta vez iba del lado de la libertad. Por fin nadie que me molestara o me dijera qué tengo que hacer, nadie del que envidiar nada, nada ni nadie, absolutamente nada. Con cada kilómetro nuevo me venían recuerdos de los kilómetros que había recorrido en el pasado, caminos todavía sin asfaltar llenos de nostalgia, pero que hay que dejar atrás. La canción cambió y, ahora, los acordes bien ordenados de una guitarra se clavaban en mi mente como flechas envenenadas de alguna sustancia, una sustancia hermosa, cautivadora y elocuente. Tenía que parar el coche, una necesidad fisiológica me impedía pensar. Cuando me apeé del vehículo y me di por satisfecho, me percaté de la suave brisa que agitaba mi indumentaria y me cosquilleaba la piel. Reemprendí mi viaje y, por primera vez en este, empezaba a discernir una señal. Poco a poco esta se iba acercando y lo que ponía en ella empezaba a distinguirse con más claridad hasta que estaba lo suficientemente cerca como para poder leerla bien. En aquella señal ponía en letras saltarinas: ¡Despierta, que los sueños, sueños son!

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Cuando me miré en el espejo, no me reconocí. Un día más, encerrada bajo un físico escrupulento, áspero y fuerte. Todo empezó en mi onceavo cumpleaños. Me encontraba rodeada de gente, pero sólo conocía a tres personas. Una llamaba mi atención y me observaba fijamente. Sorprendida de aquellos cruces, me acerqué a preguntarle cómo se llamaba. "Juan García", me respondió, y dentro de mí algo sentí... Desde ese momento me puse a pensar en aquello, sembré una duda en mi pensamiento y un gran lío en mi corazón. No entendía el porqué, ese muchacho llamaba mi atención, físicamente eramos casi iguales.
Pasaron unos meses y no dejaba de preocuparme qué pensaba él de mí. No me resistí y le llamé. Le conté lo que me ocurría, pero al verlo sentí una pulsación muy fuerte en el pecho e hice lo que el corazón me pedía en aquel instante. Desde aquel momento fuimos inseparables...
Hoy hacemos 13 años juntos. Juan y yo somos felices. Vivimos nuestro amor ante las adversidades de la vida, las miradas de cientos de espectadores y críticas de muchos de ellos... ¿Os dije mi nombre? Marco, me llamo Marco de García.

4 comentarios:

katherin x) dijo...

sii!!!
esta quedando way
hasta ahora me gusta ¿Quién fue la de la idea de los siameses?
(creo que se escribe asi):S

el guardián dijo...

Cada uno escribe su propio relato. Anímate a enviar el tuyo, Katherin, y a ver si se animan también otros...

katherin♥ dijo...

Si estan muy buenos todos los relatos
...

Ana Torrijos dijo...

que bonitos los relatos!
el del onceavo cumpleaños me ha encantado :)
enhorabuena a quien lo haya escrito!