Me echó un trozo de hielo por la espalda. Lo menos que podía hacer era dejarle frío.
El balón era mío y muy mío. La navaja, no. Pero de lo que se trataba era del balón.
¿Por qué se me va a acusar de haberle matado si se me olvidó que la pistola estaba cargada? Todo el mundo sabe que soy un desmemoriado. ¿Entonces, yo voy a tener la culpa? ¡Sería el colmo!
Lo maté sin darme cuenta. No creo que fuera la primera vez.
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