una nube perdida
Bajo el nombre de Marcos Ana (seudónimo formado con los nombres de sus padres) encontramos a Fernando Macarro Castillo, poeta y símbolo de la cultura antifascista, bandera de los presos políticos del franquismo.
Perdida su juventud en los patios de nuestras cárceles en la época franquista, luchó y sigue luchando incansablemente por la libertad y la denuncia de las injusticias.
La tierra no es redonda:
es un patio cuadrado
donde los hombres giran
bajo un cielo de estaño.
"Las hierbas del patio las cogíamos, las metíamos en agua a hervir y nos las comíamos como podíamos. Muchas mañanas te encontrabas con que, no sólo faltaban los compañeros que habían fusilado, sino que también muchos aparecían muertos a tu lado, de hambre o de frío."
Comenzó a escribir sus primeros poemas en la cárcel, a mediados de los años 50, que consiguieron salir al exterior escondidos. Su poesía, desgarradora, profundamente humana y sencilla, animaba a combatir la dictadura con la palabra y hacía un llamamiento a la liberación de los presos políticos. Su propia liberación no llegaría hasta el 17 de noviembre de 1961. Recorrió Europa y Sudamérica, y aún hoy sigue recorriéndolas, luchando contra las dictaduras.
Pedro Almodóvar acaba de adquirir en 2009 los derechos de su biografía para rodar una película sobre la vida del poeta.
Perseguido, encarcelado, torturado y condenado dos veces a muerte... una larga vida parece brindarle la oportunidad de poder disfrutar del sol y del aire que le fueron vetados durante tanto tiempo. A sus 89 años, Marcos Ana no se rinde ni descansa, ni pierde la esperanza...
Por los sueños de libertad.
MI CORAZÓN ES PATIO
La tierra no es redonda:
es un patio cuadrado
donde los hombres giran
bajo un cielo de estaño.
Soñé que el mundo era
un redondo espectáculo
envuelto por el cielo,
con ciudades y campos
en paz, con trigo y besos,
con ríos, montes y anchos
mares donde navegan
corazones y barcos.
Pero el mundo es un patio.
Un patio donde giran
los hombres sin espacio.
A veces, cuando subo
a mi ventana, palpo
con mis ojos la vida
de luz que voy soñando.
Y entonces digo: "El mundo
es algo más que el patio
y estas losas terribles
donde me voy gastando".
Y oigo colinas libres,
voces entre los álamos,
la charla azul del río
que ciñe mi cadalso.
"Es la vida", me dicen
los aromas, el canto
rojo de los jilgueros,
la música en el vaso
blanco y azul del día,
la risa de un muchacho...
Pero es soñar despierto.
Mi reja es el costado
de un sueño que da al campo.
Amanezco, y ya todo
—fuera del sueño— es patio:
un patio donde giran
los hombres sin espacio.
¡Hace ya tantos siglos
que nací emparedado,
que me olvidé del mundo,
de cómo canta el árbol,
de la pasión que enciende
el amor en los labios,
de si hay puertas sin llaves
y otras manos sin clavos!
Yo ya creo que todo
—fuera del sueño— es patio.
Un patio bajo un cielo
de fosa, desgarrado,
que acuchillan y acotan
muros y pararrayos.
Ya ni el sueño me lleva
hacia mis libre años.
Ya todo, todo, todo
—hasta en el sueño— es patio.
Un patio donde gira
mi corazón, clavado;
mi corazón, desnudo;
mi corazón, clamando;
mi corazón, que tiene
la forma gris de un patio.
Un patio donde giran
los hombres sin descanso.
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