7 de marzo de 2009
Alegato en defensa de la carta tradicional, de nuestro querido género epistolar.
En los Árboles
(Manolo García, Quimi Portet)
A veces escribo cartas para no sentirme atado,
para no aferrarme a remilgos que yo quisiera abolidos
de mi vida. De mi vida.
Y pinto de colores los sobres. En el remite soy un enigma.
Espero siempre una respuesta para sentirme querido
como los niños chicos. Como los niños chicos.
Mensajes que llegaran, papeles envolviendo una piedra.
Mensajes de cariño que rompìeran el cristal de mi cuarto.
Quién pudiese ingerir un fármaco precioso...
Convertir en realidad todos esos sueños.
Cartas que me dijesen cosas bonitas
como que vendrás a maullarme de contraseña en la madrugada
bajo mi ventana. Bajo mi ventana.
Que corriéramos campo a través, a la luz de los fulgores del alba.
Chispas blancas sobre el rojo violento. Y que hiciésemos cabañas
en los árboles. En los árboles.
Mensajes que llegaran, papeles envolviendo una piedra.
Mensajes de cariño que rompieran el cristal de mi cuarto.
Quién pudiese ingerir un fármaco precioso...
Convertir en realidad todos esos sueños.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
En esta era de la nuevas tecnologías, de los e-mail, de los sms... nos entra la nostalgia de aquellas cartas escritas en papel... los sobres, la cercanía y calidez de la letra manuscrita (pero la de antes: en la que no te comías letras ni hacías abreviaturas inimaginables...), la espera de una respuesta, la llegada del cartero...
Pero avanzamos y, de alguna manera, hoy se recupera el género epistolar en esos e-mail que enviamos y nos envían de vez en cuando (pero sólo aquellos que seleccionamos de entre los "vacíos"). Posiblemente nos escribimos más que nunca y nos decimos también menos cosas que nunca...(a las verdaderamente importantes, nos referimos...)
Que nadie nos quite la ilusión de recibir una carta que no sea del banco, de publicidad... aunque sea, tan sólo, una tradicional felicitación navideña...
Publicar un comentario