Nunca dijo su verdadero nombre, siempre la conocimos como Frau Frida. Apenas me la presentaron incurrí en la impertinencia feliz de preguntarle qué hacía tan lejos de su país y a qué se dedicaba. Ella me contestó de un golpe:
-Me alquilo para soñar.
Pensé en qué contestar a aquello y si debía contestar... Por un momento, se me pasó por la cabeza que pudiera estar desequilibrada mentalmente, pero la atracción de obtener una respuesta a aquello era superior a mis fuerzas, así que hice como si no hubiera oído sus palabras y elaboré una falsa disculpa.
-Perdone, creo que no he…-me interrumpió en ese instante.
-Sí, soñar, me alquilo para soñar y no vivo sino en mí, en mi mente y en mis sueños.
Definitivamente, estaba loca. Me habían dicho que era una persona bastante extraña, "muy suya" me dijeron exactamente, pero no terminaba de entender nada. ¿Que vivía dónde? Lo raro es que hubiera cruzado medio mundo y nadie hubiera reparado en sus desequilibrios, si es que de verdad había cruzado medio mundo.
Según me habían dicho, era algo así como una buscadora tipo “El Buscador” de Jorge Bucay, pero que ella no buscaba sino que esperaba encontrar y que recorría cada rincón de cada sitio al que iba esperando encontrar algo. Realmente nadie sabía con certeza si alguna vez había encontrado lo que buscaba o simplemente algo. En ese instante, se levantó del asiento y se dirigió hacia mí.
-No busques respuestas, las encontrarás. Piensa o, mejor, sueña. Mi hogar está en mí, pues no tengo casa ni trabajo y solo me hacen falta las palabras, los sentidos y el aire del que dependo. Soñar no te dará la respuesta, te dará opciones y solo tú debes elegir en cada momento cuál es la que a ti te vale, la que a ti te gusta, la que a ti te hace feliz. A mí, hacer lo que hago me hace feliz, inmensamente feliz.
Pensé estar soñando, pero su discurso interrumpió mis pensamientos y continuó hablando.
-Hoy encontré algo que no esperaba encontrar, te encontré a ti. Yo no estoy segura de si vives la vida que siempre has querido tener, pero tu falta de comprensión hacia mis palabras solo me indica que no tienes fe. Vives la vida que otros creyeron que era buena para ti, pero dime: ¿el dinero del que dependes para vivir y el que te da trabajo te hace feliz?
Han pasado cuatro años, siete meses y trece días desde el momento en que pronunció estas palabras, bebió el agua de mi vaso, me miró a los ojos y se fue.
Dejé mi trabajo y mi vida rodeado de hipócritas que pensaron que estaba demente en el momento que doné mi fortuna y me fui voluntario a un país del tercer mundo.
Cuando era pequeño quería ayudar a la gente, poner mi granito de arena en un proyecto para mejorar el mundo y así hice. Creedme cuando os digo que no me arrepiento de hacer lo que hice, pues ahora soy feliz, inmensamente feliz.
-Me alquilo para soñar.
Pensé en qué contestar a aquello y si debía contestar... Por un momento, se me pasó por la cabeza que pudiera estar desequilibrada mentalmente, pero la atracción de obtener una respuesta a aquello era superior a mis fuerzas, así que hice como si no hubiera oído sus palabras y elaboré una falsa disculpa.
-Perdone, creo que no he…-me interrumpió en ese instante.
-Sí, soñar, me alquilo para soñar y no vivo sino en mí, en mi mente y en mis sueños.
Definitivamente, estaba loca. Me habían dicho que era una persona bastante extraña, "muy suya" me dijeron exactamente, pero no terminaba de entender nada. ¿Que vivía dónde? Lo raro es que hubiera cruzado medio mundo y nadie hubiera reparado en sus desequilibrios, si es que de verdad había cruzado medio mundo.
Según me habían dicho, era algo así como una buscadora tipo “El Buscador” de Jorge Bucay, pero que ella no buscaba sino que esperaba encontrar y que recorría cada rincón de cada sitio al que iba esperando encontrar algo. Realmente nadie sabía con certeza si alguna vez había encontrado lo que buscaba o simplemente algo. En ese instante, se levantó del asiento y se dirigió hacia mí.
-No busques respuestas, las encontrarás. Piensa o, mejor, sueña. Mi hogar está en mí, pues no tengo casa ni trabajo y solo me hacen falta las palabras, los sentidos y el aire del que dependo. Soñar no te dará la respuesta, te dará opciones y solo tú debes elegir en cada momento cuál es la que a ti te vale, la que a ti te gusta, la que a ti te hace feliz. A mí, hacer lo que hago me hace feliz, inmensamente feliz.
Pensé estar soñando, pero su discurso interrumpió mis pensamientos y continuó hablando.
-Hoy encontré algo que no esperaba encontrar, te encontré a ti. Yo no estoy segura de si vives la vida que siempre has querido tener, pero tu falta de comprensión hacia mis palabras solo me indica que no tienes fe. Vives la vida que otros creyeron que era buena para ti, pero dime: ¿el dinero del que dependes para vivir y el que te da trabajo te hace feliz?
Han pasado cuatro años, siete meses y trece días desde el momento en que pronunció estas palabras, bebió el agua de mi vaso, me miró a los ojos y se fue.
Dejé mi trabajo y mi vida rodeado de hipócritas que pensaron que estaba demente en el momento que doné mi fortuna y me fui voluntario a un país del tercer mundo.
Cuando era pequeño quería ayudar a la gente, poner mi granito de arena en un proyecto para mejorar el mundo y así hice. Creedme cuando os digo que no me arrepiento de hacer lo que hice, pues ahora soy feliz, inmensamente feliz.
Carolina Calleja
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