9 de mayo de 2009

Qué bonita es la primavera, la base de tus mejores recuerdos, de las primeras amistades, de las primeras gamberradas. Es increíble creerlo, pero es que es así. El sol con sus persistentes rayos nos ilumina la cara, el olor de los frutos nuevos invade nuestro olfato y nosotros, nosotros nos rendimos a todo y dejamos a nuestra imaginación que actúe por sí misma.
Por ejemplo, el otro día estaba en el baño del instituto, en uno de los retretes porque me sentía mal (no estaba haciendo eso… mal pensados) y ahí mismo podía percibir el sol de tal manera que, cuando cerraba los ojos, estos me proyectaban inmediatamente una playa, una playa cualquiera en la que me encontraba yo solo y el sol enfrente. Y eso me bastó para pasar el resto del día feliz.
La primavera en sí es preciosa, a lo mejor es porque soy joven, o a lo mejor porque quiero ser feliz, pero es que en esta estación me cuesta no serlo. Deseo saltar, reírme y hacer el idiota a tope, durante todo el día, mirar y escapar de las abejas que se me acercan atraídas por el llamativo color de mi camiseta. Deseo venir al parque y sentarme con mis colegas, echar unas risas y decirles que los quiero mucho, que esta felicidad se debe en gran parte a ellos y que sean felices ellos también. Me gusta ir por la calle y ver que toda la gente sale a disfrutar de la mismas cosas que yo y no sentirme diferente; despertarme de una siesta en pleno día y no ya de noche, como pasaba en otoño e invierno, y mirar la hora y decir que todavía tienes tiempo para salir fuera y contemplar el firmamento en pleno apogeo; y al fin comprender por qué los poetas se sentían tan inspirados; y sentir otra vez los persistentes rayos del sol, pero esta vez sentirlos a través de la ventana cuando estos iluminan las secas plantas de la árida llanura madrileña; y de repente ver caer las primeras gotas de lluvia, mirar al cielo para maldecir las nubes y no encontrarlas, sino encontrar una sonrisa invertida, que así pensando… una sonrisa invertida es una cara triste, pero debido a sus siete colores más deslumbrantes que nunca, a nadie se le pasaría por la mente que fuera un símbolo de tristeza. Entonces por mi cabeza vuela una súbita frase: “La felicidad se encuentra en algún lugar, sobre el arco iris”.

Tomás Dadal

5 comentarios:

Ana Torrijos dijo...

Bueno, bueno, Dadal siempre con sus relatos tan waiiss :) jajaj me ha gustado muchoooo ;)

el guardián dijo...

Ya te he dicho muchas veces la fuerza que siempre tiene todo lo que escribes. Sabes mezclar lo cotidiano de un retrete, por ejemplo, con lo profundo de tus pensamientos y sentimientos... y es quizás todo eso lo que convierte tus relatos en algo simplemente maravilloso y excepcional. No me canso de leerte.

Carol dijo...

Me gusta mucho. El otro día oí una frase que me acaba de venir a la cabeza y la que ha recordado tu redacción: Todos tratan de vivir en la cima de la montaña pero toda la felicidad pasa mientras la escalas.

Carol dijo...

Bueno, no eres un hipócrita por intentar ser feliz. Yo también quiero ser feliz. Lo que quiero decir es que hay veces que le das tantas vueltas al hecho de querer ser feliz que te pierdes,o mejor dicho, no ves lo felices que son los momentos que pasan y que están ahí. A mi me pasa mucho.

Khadija dijo...

La verdad es que es muy bueno...Yo tengo una teoria sobre eso...No sera que el calor nos hace sentir más felices??A ver si al final va a ser verdad eso de queel clima influye en nuestra manera de ser...Bueno Tomás sigue asi, sigue asi que vas bien...